jueves, 30 de agosto de 2012

S-Killer



Una sensación de aquellas que te taladran la entraña en el momento mismo en el que has recibido una epifanía directo del aparato de televisión. Le ha sido la verdad revelada. Si continúas así, Tamara, acabarás como el asesino en serie, ése, que hablaba poco como tú, y no se relacionaba, como tú, y ¿sabes? Al igual que a ti, sus padres le obligaban a participar de actividades sociales, sin tú quererlo, por supuesto, y accedías porque de todas maneras con ellos no habría otra alternativa. Y –como te iba diciendo– acabarás como él, disolviendo los cuerpos de tus víctimas en ácido clorhídrico para acelerar la desintegración que sólo la podredumbre podría delatar –con esa peste– tus ansias macabras. Por supuesto, tú no te paseabas por los alrededores en tu bicicleta –y en plena pubertad– y te parabas a recoger cadáveres de zorrillos y perros para alimentar tu curiosidad. Pero por el mismo camino vas. ¿Sabes? Él nunca se casó, como tú jamás lo llegarás a hacer. Y vivía solo, en ese pequeño apartamento diseñado para empaquetar a las clases trabajadoras con algo de dignidad y… ambos tienen semejanzas, hasta lucen bien, y son amables. Igual que tú, Tamara.

Igual que tú.

Siempre pensé que iba a acabar como un mendigo pero jamás como uno de ellos. Yo lleno el perfil y esta es la prueba definitiva de mi culpabilidad anticipada. Habrá que quemar estas líneas, de una vez por todas.

¡Sí! Quémalas.

Así evitaré mi culpa. Qué cerca que estoy estos días del infierno, ya hasta he pisado la tierra más horas de las que le es permitido a alguien de mi condición. Debo cuidarme, mis desvaríos no deberán ser evidenciados con estas líneas. NOTA: Borrar esto también.

Casi siento que me ato a la tierra, de nuevo. Yo no soy el árbol. Soy el ave, maldita sea. Mis alas echan raíces, los nervios se transforman en nervaduras, la sangre es savia, está pasando. No. Todavía puedo volar.

Aún.

Todavía no son suficientes palabras como para haber escupido esto que siento.

No debo ver más, es mi deber depender de mi imaginación toda la semana. No alimentarme de nadie más que de mí misma. Debo practicar la autorreferencia.

¡Y si yo no fuera la fuente de la que se vierte el conocimiento? ¿y si estuviera condenada a buscar –allá lejos– lo que no encuentro? La autorreferencia, en ese caso, no tendría ningún sentido.
Siento culpa hasta de volar, de dormir, de ver una película, de escribir, de leer. En fin, de todas mis alternativas, de las únicas, todas.

Es como esos momentos en los que todo está tan claro que es imposible continuar, es tanta la lucidez que te impide encontrarle ningún sentido a cualquier actividad humana, incluida la tuya. Todo es para mí, nada más puedo compartir. 

¡Podré vivir de lo que escribo?

Indispensable es prescindir de la lucidez, alienarse de ella, de modo que no te alcance por un momento. Y cargarse, abarrotarse, embutirse en una maraña de información errante que acrecentará la sensación de haber adquirido conocimiento, cualquiera que éste sea. De la naturaleza que fuere. Para olvidar. Sí. Con ese único propósito. Olvidar que no importa cuánto sepas, jamás te enterarás de nada. Generarte una sensación de autosuficiencia que te haga prescindir de la soledad y hasta de la compañía humana y no humana. Tan sólo… sola… sólo hay esa palabra.

domingo, 26 de agosto de 2012

Apología de Xavier Dolan o “si quieres que las cosas salgan bien, hazlas tú mismo”


El Destino de un hombre es su carácter. 
Heráclito


Supongo que habrán reparado ya en la profunda admiración que siento por este joven cineasta canadiense y su soberbio pulso para salirse con la suya. Claro, no todo para él ha sido un prado de lavanda silvestre, y es que el carácter se forja con el sufrimiento. Y qué más angustia espiritual que la que implica el trabajo de un director de cine; es que no en vano, esta actividad se ha considerado como una de las profesiones con mayor nivel de dificultad en el mundo (si no me creen, consulten la biografía de George Lucas). De ahí que el hecho llevarla a cierto grado de maestría resulte especialmente raro y por tanto, digno de admiración. Podría decir, sin temor a equivocarme –y la falta de este sentimiento es bastante anormal en mi persona– que Xavier Dolan está muy bien encaminado. Y no es su fortaleza de carácter la que elogio (muchos de los grandes personajes de la historia deben su celebridad en gran medida a su recio temperamento), sino la extraña mezcla en proporciones exactas que hace que un director de cine posea, a la par de un gran talento artístico, el don del liderazgo, rasgo poco común en el ethos del artista, definido la mayor parte de las veces por un marcado individualismo.



Alejado por sus padres del hogar y el cine –en donde se desempeñó por años como niño actor– para ser ingresado en un internado en el campo, retornó con la firme idea de realizar la que sería su ópera prima Yo maté a mi madre , en la que descarga su furia contra la mujer por la que “mataría a todo aquel que le hiciera daño” pero que sin embargo “quiere a numerosas personas mucho más que a ella”. Este trabajo semi-autobiográfico le valió reconocimientos en Cannes y una ovación de pie por nueve minutos. Financiada –como lo expresan sus propias palabras– con el dinero y paciencia de sus amigos, Dolan asombra por su capacidad de gestionar desde los fondos monetarios para efectuar su visión del mundo a través del celuloide, hasta el guardarropa de los actores, del que se encargó en Los Amores Imaginarios, su segundo trabajo como director, guionista,  productor, jefe de vestuario y actor protagonista (¡!); en éste, Xavier Dolan explora las relaciones de amistad y el amor no correspondido con una carga de humor y sensibilidad sutilmente tasadas, y luego de haber triunfado en el Festival de Sidney edición 2010, duplicó su recaudación en taquilla y lo convirtió en un cineasta de culto entre el escaso público joven que todavía se resiste a considerar a todo hipster como la undécima plaga de Egipto.

Para los que odian a Xavier Dolan, les regalo este bonus:
el asesinato de su personaje en la película Martyrs

Precoz, sensible y abiertamente homosexual, Xavier Dolan se ha ganado ad honorem un lugar en la mira del cine contemporáneo de vanguardia. Que haya escrito su primera película a los 16 años y sea laureado en Cannes a los 19 por su dirección e interpretación, resulta por demás sorprendente; que ruede a razón de una película por año, fungiendo como escritor, productor, director y actor de la mayoría de sus trabajos, y sea comparado con los grandes de la cinematografía mundial con tan sólo 23 años, es realmente extraordinario.

Backstage de una sesión bizarre de fotos para la revista Vogue

lunes, 13 de agosto de 2012

El hombre de al lado: Tirano no es quien primero muere



Apostando a la honestidad de dos individuos que se han despojado de todo humanismo exacerbante, promotor de visiones idealizadas, y por ende, fantásticas, de la naturaleza del hombre, se puede afirmar sin vacilación que los realizadores argentinos Mariano Cohn y Gastón Duprat, han conseguido una propuesta cinematográfica que plasma de forma rotunda el fenómeno de la sofisticación de la lucha por la supervivencia, en donde tanto importan –por relevos– la fama y los recursos para erigirse como el macho alfa de la manada, como la viveza, la testosterona y el desparpajo.

 En esta desencantada visión de la cotidianidad, en donde la lucha de contrarios se ve constantemente maquillada por inútiles –e hipócritas, si que quiere– acercamientos de tregua, malogrados en su propósito, irritantes en su resultado, resulta difícil imaginar a algún humano que no pudiera sentirse identificado con alguno de los dos protagonistas de esta película en donde ambos juegan por turnos el papel de víctima y rufián, sin llegar a encasillarse en ninguno de ellos. Un guiño a la eterna obsesión por el poder, la autoridad sobre el destino propio a expensas del ajeno, que reproduce dentro de un microcosmos doméstico, ordinario y anodino, como si se tratara de un experimento de laboratorio en donde todas las variables están controladas, la eterna conducta del macho humano que acaba correteándole a su propia cola a fuerza de haber repetido hasta la saciedad (estupidez) la misma conducta una y otra, y otra vez, como la noria que gira en el vacío, eternamente, sin el auxilio de la gravedad.


Ficha técnica
Título original: El hombre de al lado
Año: 2009
País: Argentina
Directores: Mariano Cohn, Gastón Duprat
Reparto: Rafael Spregelburd, Daniel Aráoz, Eugenia Alonso, Enrique Gagliesi
Premios: 2010: Festival de Sundance: Mejor fotografía - Drama
              2010: Nominada al Goya: Mejor película hispanoamericana
Género: Drama / Comedia
Ficha técnica cortesía de Filmaffinity.com

lunes, 6 de agosto de 2012

London River: La búsqueda desesperada del hombre-arbre y la mujer-laitue



Conviene saber que esta película trata fundamentalmente sobre dos puntos de vista distintos de una misma tragedia, y la manera de afrontarlos y seguir con la vida a pesar de que la verdad gritaba a voces, desde un principio, el destino más probable de sus víctimas. La espera infructuosa de una madre desesperada por dar con el paradero de su hija desaparecida y su labor detectivesca al descubrir verdades que le es difícil asumir pero que resultan nimias comparadas con la ansiedad de un presente incierto; una mujer que lidiando con la probable pérdida de un ser amado, prejuicios étnicos y religiosos, termina no obstante su tragedia personal, convirtiéndose en un ser más completo, empático y abierto, al verse obligada a practicar a regañadientes la aceptación.

Y qué decir del protagonista masculino, Osmande (interpretado por el fallecido actor burkinabés Sotigui Kouyaté) ese hombre-árbol de edad indefinible, estatura interminable y delgadez casi grotesca, con su ropaje inadecuado a su contextura, su maletín ajado y ese rostro ajeno a su realidad, como eternizado en su lejana África, a la que no ha vuelto, desde hace tantos años. Enfrentando lo inevitable con el estoicismo propio de un álamo viejo que debe ser talado para dar paso a la nueva vida, confronta con una calma por momentos anestésica el destino final de ese hijo al que ha dejado de conocer hace tanto, y cuyos temores sobrepasan por mucho a los de su compañera de búsqueda, por razones que su entorno intuye pero que la barrera de lo políticamente correcto inhibe el gritarlas de una vez.

Alejada del dramatismo propio de los filmes de su género, London River ofrece al espectador una visión intimista de los ataques al metro de Londres en 2005, no desde el lugar común del drama humano, sino desde la metamorfosis de sus protagonistas de meras víctimas de las circunstancias a seres heroicos en su resignación, concientes de que su mundo continuará girando, sobreviviendo, con o sin ellos, y a pesar de su dolor.

Trailer



Ficha Técnica
Título Original: London River
Año: 2009
País: Reino Unido
Director: Rachid Bouchareb
Guión: Olivier Lorelle, Rachid Bouchareb
Música: Armand Amar
Reparto: Brenda Blethyn, Sotigui Kouyté
Género: Drama
Ficha técnica cortesía de: Filmaffinity.com

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miércoles, 1 de agosto de 2012

Womb: Del amor al incesto, y del incesto al amor de nuevo

En estas rápidas horas por las que el mundo se debate sin compasión alguna por los intereses de los humanos que lo habitan –y más aún por los no humanos–, resulta que se ha convertido en un lujo el preocuparse por cierto tipo de problemas ético-filosóficos hipotéticos de mediato interés, uno de ellos por ejemplo, la clonación humana. Parece insensato preguntarse a estas alturas en que la superpoblación y crisis económica planetaria, el calentamiento global y la antesala del Apocalipsis predicho por culturas ancestrales, si esta práctica –tan polémica hasta hace menos de quince años– no solamente es un intento del humanismo decadente por perpetuar a una especie que se fagocita a sí misma a menor velocidad con la que se reproduce pero con superior refinamiento, sino que aparece como un desperdicio obsceno de recursos económicos y cerebros geniales lo suficientemente alienados como para ignorar la inoperancia de llevar a cabo esta práctica en humanos, con tal de sacar adelante su carrera y llevarse una presea en la curul de la Academia. No sorprende, entonces, que una vez expuestos los antecedentes, el director Benedek Fliegauf se plantee en este trabajo cinematográfico un ejercicio del intelecto de tan poco interés pragmático como un problema de física en el que interviene Superman –y a mí me ha tocado resolver algunos de éstos en el colegio– que logrará entretener la imaginación de más de un cerebro desprevenido, con o sin nada mejor que hacer, pero que en realidad no busca –al menos no en un futuro cercano– resolver ninguna cuestión coyuntural relativa al papel del animal humano dentro de una sociedad que aún tiene fe en un alma que se forja en el momento mismo de la unión óvulo-espermatozoide, si y sólo si, interviene esta condición.

O quizás el director pretenda con Womb llevar al público a la expectación del egoísmo del alma humana en extremo y por partida doble, colocándonos frente a un brutal espejo en el que confrontaremos a todo lo que somos –y seremos– capaces de hacer en virtud de paliar nuestro dolor sin importar las implicaciones a terceros; coqueteando inclusive con el tabú del incesto, llevándonos a nuestro paso a la naturaleza y la cultura de un solo golpe, haciendo caso omiso de las consecuencias que nuestras acciones pueden ocasionar en esa entidad tan ajena a nosotros denominada comúnmente como el prójimo. Un trabajo para ser visto con la mente liberada de prejuicios y abierta a una reflexión posterior sobre un debate quizás no tan lejano como se quisiera suponer, dado que las actuales circunstancias arrojan una proyección favorable hacia el antropocentrismo occidental, en donde no la humanidad, sino el humano, el Yo, por encima de todas las cosas, es el centro del universo, el señor y dueño del destino de la otredad.


Trailer de la película Womb
Ficha Técnica
Título Original: Womb
Año: 2010
País: Coproducción Hungría-Alemania-Francia
Director: Benedek Fliegauf
Guión: Benedek Fliegauf
Música: Max Richter
Fotografía: Péter Szatmári
Reparto: Eva Green, Matt Smith, Lesley Manville, Peter Wight, Natalia Tena, István Lénárt
Género: Drama / Ciencia Ficción
Ficha técnica cortesía de: Filmaffinity.com
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