miércoles, 1 de febrero de 2012

Dilettante



Me he estado preguntando estos días si el escribir por escribir no le lleva a uno a la futilidad, si esto de estar plasmando cualquier fechoría -por mínima que sea- sobre el papel virtual no es más que una pérdida de tiempo, un pseudo-ejercicio literario que no nos prepara para más arduas lides. Quizás debería hacer como ese amigo mío escritor que ha consagrado sus voluntades al ejercicio de un único proyecto; ése, que indefectiblemente le llevará a la inmortalidad. No lo hace mal; mejor dicho, le sale de maravilla. Eso de haber cedido su tiempo a la meta de toda una vida, desde los dieciocho años, si no me equivoco, casi catorce dedicados a contar una sola historia. U-N-A-S-O-L-A-H-I-S-T-O-R-I-A. Y yo, llevo desde los once siendo una dilettante de las palabras, yendo y viniendo por la vida de los otros y la mía propia sin atinar a lo que debo contar. Es que hay tanto. No. Es que hay tan poco, en realidad...

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